25 septiembre, 2015

SI NO TE HIDRATAS, APRENDERÁS PEOR

Pocas veces salud y aprendizaje han ido tan de la mano. Y resulta que, al comenzar a escribir este artículo, la emoción y los recuerdos de la propia infancia se agolpan y evocan como en cada aula no faltaba el imprescindible elemento que a tantos nos trajo de cabeza: el botijo. Nuestro botijo había que cuidarlo con mimo porque tenía que durar todo el curso, además había que aprender a beber a chorro (lo cual era un excelente entrenamiento para la coordinación visimotora), !ay¡ de aquél que osaba acercarse demasiado el pitorro al morro, atentas y vigilantes miradas observaban para velar por la higiénica conducta de "no chupar"...




Y a todo esto, la pregunta ¿como que estamos en pleno siglo XXI hablando de esto, agua y aprendizaje? No deja de ser curioso que aún andemos así, en una época en que la tecnología ha invadido cada rincón de nuestra vida, debemos detenernos a reflexionar si cada cosa está en su lugar. Me refiero concretamente a una de las necesidades básicas del ser humano: BEBER; y especialmente a esa bebida incolora, inodora e insípida (es un decir): AGUA, y no a otro cualquier otro potingue hiperazucarado e hipercalórico.




Parece que, cíclicamente, cuando crees que la ciencia lo sabe casi todo, hay que volver a recurrir a las fuentes (je, je, ironía). Desde hace tiempo ponemos mucho énfasis en que nuestros mayores beban agua para que no se deshidraten pero ¿lo hacemos de igual manera con los peques?




Y no soy el único al que se le ha pasado esto por la cabeza, recientemente, encontré una reflexión interesantísima sobre el consumo del líquido elemento en nuestras aulas y de como podemos utilizar la estrategia de permitir (si,si, permitir...) y fomentar el consumo de agua en las aulas para mejorar las condiciones y estrategias de aprendizaje.






Somos agua, un poco menos que el tomate, pero tenemos mucha. Y claro, donde tanta agua hay y se necesita, pequeñas pérdidas por la respiración, el sudor, la orina, ... son detectadas por nuestro microprocesador interno que activa el mecanismo de la sed, una sensación que alerta de la inminente deshidratación, pequeña, pero susceptible de afectar a las funciones más, digamos finas, como son las cognitivas (atención, memoria,...).


Y aquí quería llegar. Porque no es un empirismo propio, sino que según se recoge en el Informe científico nº 5 del Instituto de Investigación Agua y Salud:

- Las necesidades de agua diaria de escolares de 4-8 años es de 1,6 L
- Las necesidades de agua diaria de escolares de 9-13 años es de 1,9 a 2,1 L
- El consumo de bebida tras la abstinencia mejoraba sin duda la memoria y la capacidad de atención de los escolares en estudios realizados.
- La memoria a corto plazo, la memoria verbal, la memoria de trabajo, son muy sensibles a pequeños grados de deshidratación
- Una deshidratación a partir del 2% o más tiene un impacto negativo en la atención
.../...






Y no seguiré, porque creo suficientes argumentos como para sumarse a la corriente existente en algunos países en los que se está fomentando por las autoridades sanitarias y académicas la ingesta de agua en la edad escolar con el fin de promover la mejora de la salud y del rendimiento académico.

Ya no hay botijos en las aulas, pero el lápiz, el sacapuntas, la libreta y el borrador deben ir acompañados de la botella de agua como un instrumento más para el aprendizaje. Afortunadamente, la mayoría de los profesores son sensibles y conocedores de la necesidad de agua para el correcto desempeño del escolar, pero aún hay quién se muestra reticente a introducir en el aula un elemento que considera perturbador de la disciplina.

Por tanto, si es aconsejable beber de 8 a 10 vasos de agua al día, la mitad le corresponden al periodo que el escolar pasa en las aulas. Además, cualitatívamente, el agua debe consumirse poco a poco, regularmente a lo largo del día. No he encontrado mejor frase promocional que la expuesta por Felix Pardo en su genial artículo sobre este mismo tema 

Pongamos un vaso de agua sobre los pupitres de nuestros  alumnos y tendremos un medio autosostenible y máximamente eficiente para el aprendizaje.

O esta otra.

Que esta medida tan sencilla y profiláctica pueda parecer descabellada a numerosos docentes o bien utópica a otros muchos no muestra sino el estado de excepción científica en el que funciona nuestro sistema educativo.


 PROPUESTA EDUCATIVA COMO ESTRATEGIA DE SALUD DE ACCESO AL CURRICULUM

BEBER COLECTÍVAMENTE UN 
VASO DE AGUA (200 CC) 
EN LOS CAMBIOS DE CLASE.



M. Andújar. 

Médico del Equipo de Orientación Educativa

Linares (Jaén)



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